El SRB Síndrome de Respiración
Bucal constituye una enfermedad que produce alteraciones fisiológicas que
afectan al desarrollo físico y psíquico del ser. Estas alteraciones engloban
desde cuadros respiratorios como amigdalitis, alergias, asma, a cuadros
clínicos como el síndrome de disfunción postural.
Entre las causas de mayor
relevancia nos encontramos las intolerancias alimentarias, ya que una de las
consecuencias graves de una intolerancia, alergia o histaminosis alimentaria,
es la hipertrofia mucosa de las vías respiratorias altas, generando una obstrucción
o estrechamiento del paso del aire desde el exterior a través de las fosas
nasales, que es el camino normal de la respiración. Esta dificultad favorece la
apertura de la boca durante la respiración para completar las necesidades de
oxígeno de nuestro cuerpo. Es lo que se conoce como Síndrome de Respiración
Bucal (SRB).
¿Por dónde debemos respirar?
La respiración debe ser
exclusivamente nasal, para filtrar las partículas y microbios del medio
ambiente y humedecer y calentar el aire para que éste llegue a los pulmones en
condiciones ideales. La boca tiene funciones como comer, masticar, digerir y
tragar saliva y alimento, mantener el equilibrio postural y corporal, hablar,
sonrisa, expresión, etc….
Las múltiples manifestaciones
clínicas, o expresiones externas de las intolerancias alimentarias, son
visibles en la cara, en los cuadros de repetición de insuficiencia respiratoria
aguda (IRA), en la respiración bucal y más concretamente en la boca.
La atención al paciente debe ser
multidisciplinar: pediatra, médico de familia, otorrinolaringólogo, alergólogo
y odontólogo deben coordinarse para realizar un diagnóstico y tratamiento
precoz de la respiración bucal secundaria a una intolerancia alimentaria.
Es lógico pensar que el alérgeno
más próximo es el alimento que ingerimos y que después de ingerirlo hay que
masticarlo, deglutirlo y realizar la digestión, absorción y eliminación de los
residuos o los tóxicos alimentarios a través de los órganos de eliminación, uno
de los cuales es la mucosa del aparato respiratorio, que responde con
infecciones de repetición. Esto origina un SRB que claramente se pone de
manifiesto en la boca.
“La función hace la forma”
Cuando por infecciones de
repetición las mucosas de garganta, nariz y oídos aumentan de espesor, y
segregan moco en cantidad, el paso del aire durante la respiración es menor del
que se necesita. Por esa razón tenemos que abrir la boca y adelantar la lengua
para poder respirar mejor. Si respiramos por la boca, la nariz no se utiliza y
como consecuencia el paladar no crece, queda estrecho y los dientes se apiñan.
1. ¿Qué vemos en la cara? Son
personas que tienen la cara larga y estrecha, ojeras profundas, nariz pequeña,
narinas estrechas y verticalizadas. Boca entreabierta por incompetencia labial,
labio superior corto, labio inferior voluminoso entre los dientes, reseco y
agrietado. Lengua baja y voluminosa.
2. ¿Qué vemos en la boca? Disminución
de la secreción salival, escasa, espesa y pegajosa. Inflamaciones bucales, mal
aliento, aumento de sarro, y caries dental. Paladar profundo y estrecho,
apiñamiento de los dientes. Se chupan el labio, lentitud durante la masticación
e incluso tragan sin masticar.
La postura del SRB está adaptada
a las circunstancias.
Modificaciones de la curvatura de
la columna cervical y por el efecto dominó afectan también a la columna lumbar.
Escápulas “aladas”, tórax estrecho, cabeza y hombros adelantados, la columna
tiene forma de S, Escoliosis.
Pie semiplano o plano flexible.
Pies hacia adentro, dolor de pies, talones y rodillas.
Repercusiones generales por
alteración en la química de la sangre.
La respiración bucal es sinónimo
de una insuficiente respiración, la que produce el predominio de la sangre
venosa sobre la sangre arterial, por una alta concentración de sustancias
tóxicas derivadas del metabolismo, acidificando la sangre y alterando el
metabolismo.
Está relacionado con: disminución
de la capacidad intelectual, falta de atención, falta de concentración, falta
de memoria, retraso escolar. Es muy frecuente que las maestras detecten a los
niños que “escuchan poco” ya que son niños que aparentemente no prestan
atención y molestan en el aula.